miércoles, 24 de octubre de 2007

DE BRUCES

Un amanecer sin geografía
cae sobre un rostro infantil roto de tristezas…
su mirada me alcanza
desde el grito de su silencio desesperado.

Y yo muero entre sus lágrimas
queriendo ser Dios,
infinitamente castigada en mi soberbia
con la impotencia encostrada en mis hinojos.

De bruces
sobre la cordura muerta.

Issa Martínez

lunes, 2 de abril de 2007

LABIOS SIN SED



Despeñaderos nacen socavando
el ritmo rojo de la sangre, y acogen
las sílabas lúbricas de las palabras
para tornar rocas los acentos amorosos
que se quedaron extraviados en el limbo del silencio indúctil.

Antes, los ojos fueron hilo
bordándose en el hemisferio de los sueños,
y manos deletreando caricias
sobre un cielo evocativamente desorientado, errante
en su transitar sin máscaras, desnudo
de falacias, fiel a su verdad incompartida.

No hay espejos que restauren
los rumores íntimos con los que las olas se desvisten,
ni ecos que salven el canto de una sirena varada en leyenda sin voz:
tu piel no ha guardado nunca
la ternura desarraigada con la que el aire pare mis latidos de hembra.

Aquí, abajo…el sepulcro de aquellas palabras: junto al cáliz
desdeñado por tus labios sin sed…



Issa Martínez

MILAGRO EN LA CIUDAD


Grises enmascarados entre hojas secas,
asfaltos horadados de urbanas costumbres
acunan el temor de los pasos indecisos,
la violencia se instala -como puta- en cada esquina.

Quieren los pasos a desnivel ganar espacio al aire,

y a los ojos…

y a la claustrofobia…

y al crepúsculo…

El ruido es arco-iris
que amamanta el silencio de los pájaros:
verde, amarillo y rojo, son introducción
a la sobrevivencia que destierra a los invidentes.

Cláxones armónicos acompañan el miedo bebido
en cada sol: sangre, violación, coaliciones,
son colores de una primavera paulatinamente gradual
que va refrescándose con lágrimas sin dueño.

Al final, el milagro se posa en mi ventana,
entre mis dedos y pupilas: ¡una mariposa…!


Issa Martínez

miércoles, 14 de marzo de 2007

INCIENSO DE MADRUGADA TRISTE




Se me han extraviado las madrugadas,
esas en las que ocultábamos distancias y ausencias
con la sublime paz que regalan las sombras incipientes.

Mis lágrimas son estelas, donde la noche se vuelve repentinamente antigua,
pértigas de hielo fustigando los sueños y el candor de mi unicornio,
que yace desahuciado, esperando su sudario de lirios sedientos.

Tengo el translúcido cadáver de un gorrión
que expiró de frío, en las palmas de mis manos,
mientras el resol de un grito sordo, va haciendo cauce en mi pulso.

Ya el calor de la salamandra no es suficiente para mi piel
aterida de abandono, tu sonrisa antes tatuada en mis pupilas
con los primeros rayos del sol, se diluye.

Se me han escapado los aromas y los cantos de tus poemas,
estoy ansiando el tórrido refugio de tu voz, envolviéndome en las amanecidas frías.


(Llevo impreso en mi carne, el incienso de madrugada triste.)


Issa Martínez

EL HIJO NUESTRO




Se encuentra en el viento
acariciando mi rostro con su sonrisa.
Es el travieso que no habitó
tu simiente dentro de mis entrañas.

Ausencia que me devasta en donde
las rabias se tornan condena,
inconcretado anhelo que permanece
en sus pequeñas pupilas que pudieron ser tuyas.

Sus pálpitos se asoman
desde su útero celeste cobijado en nubes,
lleva impregnada en su mirada mi tristeza.

Hoy encontré un rizo color crepúsculo
de su pelo entre los pétalos de las rosas,
y ayer, una manita regordeta manchó
las paredes de mis sienes.

Y yo lo percibo, lo descubro hasta casi tocarlo,
escucho su llanto en las madrugadas de olas y mares
que te regresan a mi memoria, en esta soledad de doble eco
que me deja la negación de tus brazos y su diminuto beso en mi rostro.

(Y mi seno maternal, se deshace en el vacío que les convoca.)


Issa Martínez

LO QUE PERMANECE DESPUÉS DE AMARNOS




Va escalando mi piel,
propagándose hasta mis sienes
en capituladas sombras;
el real augurio de existir
siempre a medias, de este sentimiento
que nos impregna las gargantas
como un grito sin luz.
Hiedra que enraíza
en cada uno de mis poros
hasta la asfixia, y de mis pupilas en la resignación
obligada que no admite auxilio.
El abismo donde yacen mis pálpitos y voluntad,
es profundo en dolores y condenas.
Mi sangre revienta en olas de nostalgia,
en las que mi soledad de ti, repercute
desde mis agónicas células hasta la lívida carne.

(En esta ausencia en la que se maceran nuestras manos,
donde la certidumbre de nunca vivirnos en nuestro propio mar,
es una acuarela desteñida en témporas de llanto, carente de savia y sol; sólo eso.)



Issa Martínez

UNA SOLA NOCHE




…Qué piel tan delicada rasgarás con tus dientes. Muerte,
qué labios, qué respiración, qué pecho dulce y mórbido ahogas.
(Pere Gimferrer)


En ésta, la cruel lejanía de tus manos
invadiendo mis corpúsculos más íntimos de tersa lujuria,
en la pureza infinita de mis anhelos negándose a morir,
te descubro: una y otra vez en mis suspiros; dulcísima muerte
que hiere de labios nuestros crepúsculos.
En los secretos inconfesables de mis pecados que de amor
se vuelven honestos: vida, me desciendes a las hendiduras
que me atrapan en el hervor de la sangre,
intrínseco infierno para purgar la más infame de las agonías.
¿Por qué no me regalas con la misericordia del olvido?
O un poco de indolencia que florecería benévola,
acaso apatía para no soñarle tan claro, encima y debajo de mi piel hecha agua,
por esa su boca que me liba, o tal vez una sola noche,
aunque sucumba eterna en la nostalgia de añorarle por los restos de mi haber.

(En diáfanos diluvios de luz...
mueren lirios y pájaros ceñidos en síncopas de ternura)


Issa Martínez

TERCO OTOÑO




Danza el amor en este universo único,
en este mundo nuestro cabalgante en la lejanía.
Revelación de momentos,
de dolores desconocidos que nacen de la piel
desgastada en los anhelos sin respuesta.
Alboradas traicioneras despuntando nuestros besos en exilio,
difuminados en el calor del sol, y que no contempla los abrazos deseados,
ni el estrépito de las carnes queridas que se deshojan a solas.
Inconcluso el tango con que se afanan nuestros perfiles;
interminables los deslices con que nos hieren estas hojas que fenecen
en el otoño,/
el más triste de mis días.
En este entretiempo que persiste lánguido,
pero eterniza y retarda el invierno de mi esperanza.


Issa Martínez

ÍNTIMAMENTE





Nos hurtamos soles, lunas y estrellas
a vuelo de reflejo en nuestros mares, la miríada nos abriga
con sus velos de fulgores místicos. Sólo luz entre
tu desnudez y la mía, y manos, y labios prófugos
que descubren esencias de almizcle, para resarcir
nuestras necesidades.
Umbrales frescos de verde aceituna, mis ojos de
gata satisfecha, acunada en tu centro inhiesto
con mi dulce herida encarnada.
Tu boca se bebe mis senos líquidos, entre suspiros
discontinuos, entre murmullos de agua.
Ardemos al compás de nuestro propio hechizo, que nos ciñe,
regalándonos alas que remontan nuestras ansias
hacia el infinito, para morir de a poco entre los
regazos de Afrodita y Eros...


Issa Martínez